Dice la conseja popular que cuando veas las barbas de tu vecino recortar, pon las tuyas a remojar, lo que significa que si el INE tiene sus días contados porque cinco de sus 11 consejeros se atrevieron a descalificar la elección judicial, pues, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en manos de Mónica Soto y sus dos escuderos “Los Felipes”, deberá andarse con cuidado en la calificación de los comicios de juzgadores, ya que si la presidenta Sheinbaum observa cierta proclividad de los magistrados “hacia la oposición”, no dude estimado lector que también ese tribunal estará viviendo sus últimos días.
No obstante que, tanto el INE de Guadalupe Taddei y el propio TEPJF, tienen un mayoría de consejeros y magistrados proclives al gobierno de la 4T, pues no es suficiente para garantizar que en el futuro no chaqueteen en contra de los intereses del obradorato, por ello, han resuelto que es mejor que el pueblo bueno y sabio elija mediante los acordeones respectivos a los nuevos integrantes de estos organismos y con ello, asegurar el mantener alineados al oficialismo a las dos columnas vertebrales de los procesos electorales.
Es decir, se le cortan la autonomía y la independencia al INE y al TEPJF en aras de mantener el control por parte del gobierno de las dependencias oficiales que organizan, cuantifican, y validan las elecciones.
Viene la elección intermedia del 2027 en donde se renovará la Cámara de Diputados Federal y 16 gubernaturas, además de llevar a cabo la segunda parte de la elección de juzgadores, y será allí en donde se estrenará el “INE del Bienestar” que será un apéndice de la Secretaria de Gobernación y el Tribunal Electoral que estará sometido a la Suprema Corte en manos de la 4T.
Si alguien extraña al PRI hegemónico del siglo pasado, debe desaparecer de inmediato ese sentimiento con el surgimiento de su clon en pleno siglo XXI; Morena y las rémoras que están asidos a su vientre para disfrutar de las migajas del poder.
En la reforma electoral que se le dan los últimos toques para presentarla al Congreso, se plantea la desaparición de los legisladores plurinominales y con ello, cerrarle el espacio político a las minorías que tienen esas figuras legislativas para canalizar sus inconformidades contra el grupo en el poder, pero al cerrarles ese espacio, no tendrán más a opciones que llevar sus inconformidades a la calle y a la violencia.
La evolución del proceso democrático de México dio pie al establecimiento de un sistema electoral mixto que permite que la integración de las Cámaras de Diputados y Senadores sea de dos vías: por la mayoría relativa y por la representación proporcional.
La elección por mayoría relativa implica que para cada puesto en disputa, se elige a la persona que obtiene el mayor número de votos emitidos. Para el caso de los plurinominales, la ciudadanía no vota directamente por una persona o candidato, sino por un grupo de personas postuladas por un partido político en una lista indirecta.
Con este sistema de elección se garantiza la existencia de las minorías políticas para que, estén representadas en el Congreso, con voz y voto.
Incluso en la época virreinal, con la Constitución de Cádiz de 1812, la corona de España reconoció el derecho político de los territorios de ultramar a tener representatividad dentro de las cortes.
Pero, ahora, en un régimen autoritario, se borra la figura de la los plurinominales o los senadores de primer minoría para dar paso a un mecanismo de control total por parte del Ejecutivo sobre el Legislativo, al reducir a su mínima expresión a la Cámara de Diputados y por supuesto a la colegisladora.
Para muchos, la democracia mexicana es muy cara, sobre todo cuando se presentan índices de abstencionismo del 87% como acaba de ocurrir en la reforma judicial en donde cada voto emitido costo más de 600 pesos; y otros, matizan al considerar que el ejercicio democrático no tiene precio porque se le da voz y voto a las mayorías mediante procesos electorales pacíficos e institucionales.
Lo cierto, es que la reforma electoral de la presidenta contempla la reducción del gasto a los partidos políticos y en general a todo el proceso electoral, lo que significa en los hechos, que se reduce la oferta política y se abre la puerta, como antes, a que los partidos políticos puedan recibir financiamientos privados.
La intencionalidad de fondo de la reforma electoral es evitar la alternancia en poder con el control total de las instituciones electorales y del Congreso Federal, es decir del Poder Legislativo.