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¿La filosofía detendrá la violencia en México?

21 Mar 2019
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Hasta ahora, la forma en la que se ha abordado la violencia que se vive en México -ya sea la criminal, la de las fuerzas del Estado, la de las desapariciones o la de los feminicidios, entre un largo etcétera- ha dependido de diversos agentes políticos, pero sobre todo del lenguaje de gobernantes, medios de comunicación, grupos sociales y víctimas. Guerra, degradación moral, corrupción; ¿son estos los conceptos adecuados para entender el problema?, se pregunta el filósofo y académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Ernesto Priani.

Cuando estaban por firmarse los acuerdos de paz en Colombia, señala, varios filósofos comenzaron a escribir sobre el conflicto. Algo de ello se encuentra en el libro Intervenciones filosóficas en medio del conflicto, publicado por la Universidad de los Andes. Esas intervenciones de los filósofos, entonces, giraron en torno a tres ejes: uno de ellos fue justicia y política; otro, las transformaciones culturales que es necesario hacer, principalmente la generación de instituciones para disentir. Y finalmente, los temas de la memoria y el olvido.

El objetivo de analizar la vorágine violenta en la que vive inmersa la sociedad mexicana desde una perspectiva filosófica, dice Priani, es sobre todo mostrar que las categorías que se han aplicado para comprender el entorno inmediato pueden ser mejor pensadas y vinculadas con lo que pasa hoy. Porque en México la violencia no es dual, no se trata de una guerra de victimarios contra víctimas o viceversa; la violencia proviene de todos los agentes que la conforman.

-¿Se están utilizando los conceptos correctos para entender la violencia que se vive en México desde 2006?

Vivimos una situación de violencia extraordinaria desde hace muchos años. La reflexión en torno a ella y la manera en la que la describimos suele ser de índole política y está muy atada a posicionar ciertas ideas políticas. En realidad no ha habido una reflexión sobre la naturaleza de lo que estamos viviendo ni hemos logrado las mejores maneras de conceptualizarla. Tampoco sabemos qué la produce o cómo se resuelve. Porque todo gira alrededor de si la llamamos guerra o no, de si hay más o menos policías. Esos son los dos elementos de la ecuación. ¿Pero, y todo lo demás? Porque también existe esa violencia que se produce por el desinterés y por cierta forma mercantil de ver la vida.

-¿Qué tanto la ideología de mercado ha fomentado la noción del dinero fácil, de que el valor de la vida se mide en dinero y productividad?

 No podemos dejar fuera al capitalismo como una de las causas de la violencia, sobre todo, el capitalismo neoliberal de finales del siglo XX y principios del XXI. El neoliberalismo convierte a la vida humana en una mercancía y controla los salarios como una forma de restringir el valor del trabajo humano, lo cual genera una situación perversa, tan perversa que asesinar a cambio de dinero hoy puede ser considerada una acción razonable. En el negocio de las drogas, la vida humana es el producto que menor valor tiene.

-Durante mucho tiempo la filosofía y la teología fueron de la mano. Cuando comenzaron a surgir los Estados laicos y Hegel declaró la eventual muerte de Dios, ¿no se cayó después en una falta de espiritualidad?

 No sé si la falta de espiritualidad sea el término adecuado, pero sí hay una tendencia de rebajar el valor y el sentido de la vida humana hasta el punto de convertirla en un precio que se puede comerciar. Existen registros estadísticos: el ejército ha matado a tantos civiles, los narcotraficantes han matado a tantos policías. Pero de pronto pareciera que perdemos de vista que estamos hablando de seres humanos. Las estadísticas no nos permiten ver eso. ¿Acaso no hay un valor de la vida humana ahí? ¿Cuál es la dignidad a la que nos estamos enfrentando?

-En El malestar en la cultura, Freud asegura que el hombre es violento por naturaleza y habla sobre la insuficiencia de las normas para regir su comportamiento...

 Tanto en Freud como en Hobbes encontramos una violencia originaria, es decir, una violencia como aquello que caracteriza al hombre en su naturaleza primaria. Curiosamente, la violencia que vivimos ahora sucede en las instituciones que fueron creadas para controlar aquélla, que es intrínseca a los hombres. Por eso necesitamos nuevas categorías para reflexionar sobre el fenómeno que atravesamos, porque es una violencia que a veces proviene del Estado, a veces de la sociedad, y que tiene que ver con el mercado y la comercialización. Las ideas de Freud y de otros pensadores ya no son suficientes para entender esta forma de violencia.

-¿Los filósofos mexicanos se han dado a la tarea de pensar esta vorágine violenta?

 Hasta ahora no hemos seguido ese ejemplo. Sí se ha intentado intervenir en el diálogo social, pero con una agenda y unas preocupaciones que no coinciden con el problema que enfrentamos. En México, los filósofos tienen un discurso en común: que la filosofía detendrá la violencia. Eso es una fantasía que no tiene ningún sustento.

-AMLO asegura que ya no hay guerra, pero los muertos siguen...

 ¿Guerra de quiénes contra quiénes, o contra qué? La verdad es que en México los actores de la violencia son todos. Podemos hablar de una violencia sistemática del Estado, pero también de una violencia sistemática de los criminales. La combinación de ambas es lo complicado. Necesitamos encontrar nuevos conceptos y nuevas categorías. En Colombia, los filósofos empezaron a producir material para pensar la paz y para pensar las posibilidades de justicia después de una guerra, y así trataron de entender el contexto para saber a dónde llegar. Es un ejemplo que se puede tomar para poder intervenir desde el punto de vista filosófico una realidad que nos rebasa fuera de toda confrontación política.

 

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El apunte del director

  • JUNIO 2025

    Los resultados de la jornada electoral judicial puso en su verdadera dimensión el poder de convocatoria del oficialismo ante los electores que fueron, en el mejor de los casos, indiferentes a la reiterada  convocatoria de la presidenta Sheinbaum y de las voces del morenismo y no solo eso, se observó que con todo el aparato gubernamental de los tres niveles de gobierno,  no fue suficiente para lograr una votación aceptable en el rango del 20% del padrón electoral, al contrario, tan solo fue  la base del voto duro de la 4T que oscila alrededor de los 10 millones, los que acudieron, muchos de ellos acarreados, a las urnas. Ni siquiera todos los beneficiarios de los programas sociales atendieron el llamado.

    En una elección de Estado, en donde no se escatiman los recursos del poder y del billete, no pudieron mostrar ese músculo que tanto presume en las mañaneras la Jefa del Ejecutivo Federal, quien lleva varios días justificando lo indefendible y matizando la derrota en las urnas.

    Con el voto de unos cuantos, el resultado hubiera sido el mismo, es decir, una lista de juzgadores que fueron previamente aprobados desde Palacio Nacional, sobre todo en la composición de la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación, del Tribunal de Disciplina Judicial y del Tribunal Electoral, en lo demás, se mantuvo cierto control sobre los circuitos en donde se toman las decisiones de peso en diversas materias, que van desde lo penal, administrativo, hasta campos especializados como las telecomunicaciones.

    El fracaso de la elección judicial solo sorprendió al oficialismo, porque para los demás estaba cantado que el abstencionismo sería en niveles inéditos del 90%, además de que, se comprobó una vez más que, la ciudadanía no es tonta y no porque se repita una media verdad un millón de veces deje de ser mentira, o más aún, de que se crea el cuento chino del México mágico y maravilloso que se pinta en la versión de la presidenta.

    87 millones de ciudadanos no sufragaron y 22 de los 35 millones que votaron por Sheinbaum en 2024, tampoco acudieron a la cita con las urnas.

    La noche de los cuchillos largos, esa en la que se llaman a cuentas a los culpables del desastre ha empezado llamar al paredón a esos gobernadores de Morena que no cumplieron con sus cuotas de votantes como fue el caso de los gobernadores, de Sonora, Baja California, Colima, Estado de México, Veracruz y Puebla, por citar algunos mandatarios. Así que Alfonso Durazo, Marina del Pilar Ávila, Indira Vizcaíno, entre otros, se distrajeron con la cancelación de sus visas norteamericanas, en lugar de avocarse a cumplir la indicación presidencial de llevar acarreados a las urnas, sin importar el costo.

    La victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana y ese es precisamente el caso dentro del oficialismo ya que la doctora emprende, primero una operación de ajuste de cuentas y luego una operación cicatriz entre sus incondicionales para cerrar filas en torno a su proyecto político.

    Otro de los culpables de la debacle es Andrés Manuel López Beltrán, el famoso Andy, quien se hizo responsable de Durango y Veracruz, con los resultados ya conocidos.

    Sorprende para muchos que el candidato a ministro de la corte, el indigenista, Hugo Aguilar Ortiz, haya rebasado por la izquierda a Yasmín Esquivel y a Lenia Batres, en virtud de que cualquiera de las dos ya se sentían presidentas del máximo tribunal, sin embargo, alguien operó para desplazarlas, lo que significa que será hasta la última parte del sexenio cuando alguna de las dos puedan comandar a la Suprema Corte, aunque si bien es cierto que a  Lenia le correspondería ser la siguiente ministra presidenta, por la votación alcanzada, lo cierto es que. alguien dentro del oficialismo y que despacha como director general del ISSSTE le jugo las contras a la presidenta para imponer a su carnala.

    Morena cede terreno en Veracruz, pierde en Durango y ello, en la antesala de las elecciones intermedias de 2027, en donde habrá elecciones en 16 entidades para elegir  gobernador, al tiempo de que se renueva la Cámara de Diputados federal y que, como están las cosas;  nadie en su sano juicio se atrevería a pronosticar la victoria del partido oficial, sobre todo porque, sus aliados políticos, PVEM y PT han comenzado el parto de los montes para dejar de mamar de la ubre oficial, para caminar con independencia.

    Así que si alguien pasa por Palacio Nacional y observa que las luces están prendidas en el ala sur, no es porque alguien tiene insomnio, sino porque continúan lamiéndose las heridas de la golpiza propiciada este 1 de junio.