El primer informe de gobierno de Clara Brugada, Jefa de gobierno de la CDMX, dejó claro que la autocrítica y la situación real que vive la metrópoli en materia de seguridad, violencia, infraestructura urbana, transporte público y otros tantos indicadores, no existió en el citado informe, al contrario, se habló de una ciudad “utópica” que solo existe en la cabeza de la funcionaria.
Si no puede tapar los más de 200 mil baches que tapizan las calles de la capital del país, menos esclarecer los asesinatos de dos de sus colaboradores más cercanos que fueron asesinados a malsana a unas cuantas cuadras de las oficinas centrales de gobierno.
Los sicarios a sueldo hacen de las suyas todos los días y la Fiscal capitalina, Bertha Alcalde Luján, observa rebasada por los hechos, como el asesinato del abogado, David Cohen, en las puertas de los tribunales de justicia, a plena luz del día y aunque apresaron a uno de los autores materiales, falta saber el móvil y los autores intelectuales.
En todas las alcaldías ocurren hechos delictivos que no son denunciados ante la autoridad, precisamente por ese proceso tortuoso para el ciudadano que acude a las oficinas de las fiscalías para denunciar un hecho, pero al cruzar el umbral de la burocracia y de la corrupción, desiste en hacerlo.
La Ciudad de México ha sido gobernada desde hace 28 años por la izquierda mexicana, por ello, las actuales autoridades capitalinas no pueden echarle la culpa al pasado, como se hace a nivel federal, porque la mierda que avienten caería a grandes personajes de la 4T.
Hay que decirlo con todas las letras, la capital del país es tierra de nadie, de la irresponsabilidad y la desidia, del fracaso y de la ineptitud, en donde la corrupción campea en cada oficina pública y en cada contrato que se otorgue.
Los chilangos están sobre una bomba de tiempo que tiene como principales detonadores de una tragedia; el Metro, las pipas, el segundo piso, la construcción indiscriminada de rascacielos y toda esa mancha urbana que en buena parte está asentada en varias fallas tectónicas que ponen a prueba los criterios de construcción y operación de miles de inmuebles, unidades habitaciones, establecimientos mercantiles y toda una gama de edificios públicos federales y locales.
Brugada está sujeta a lo que diga la naturaleza para controlar la polución ambiental y el desabasto de agua, porque de otra forma se carecen de políticas públicas en estos rubros.
La estrechez presupuestal que padece el gobierno federal se traslapa a todas las entidades del país, empero en la CMDX se recrudece más el apretón presupuestal y no porque les toque menos participaciones federales, sino por la corrupción, los gastos de movilización de acarreados, conciertos y la ineptitud, entre otros gastos propios del populismo.
Los recursos propios que genera la capital del país por impuestos locales y otros derechos, son los más altos del país, lo que presupone que hay dinero suficiente para atender las necesidades más acuciantes de la población, sin embargo, eso no ocurre y menos en las oficinas públicas del gobierno capitalino –centrales y delegacionales- ya que carecen de los insumos básicos para trabajar.
Esta degradado el servicio público por malos sueldos y poca disposición de recursos materiales y ello redunda en el perfil profesional de los “Jefes”.
Mientras que Clarita invitaba todos los capitalinos a una cruzada por tener una mejor ciudad, una “ciudad utopía”, de forma paralela golpeaba a sus opositores. En un ambiente de confrontación política, el informe marcó una vez más la ruptura con el PAN y la soberbia del oficialismo al ignorar a las voces disidentes.
Las cifras oficiales maquillan la realidad que en materia de seguridad pública vive la CMDX, por un lado se ufanan de la disminución de los niveles de criminalidad, sin atender en primera instancia las causas institucionales que limitan la capacidad del Estado para garantizar justicia y protección.
La extorsión ha aumentado en la capital, de acuerdo con datos del SESNSP, entre enero y julio de 2025 en un 280% y lo que subyace en esta cifra es la expansión de los grupos criminales que dominan en buena parte del territorio chilango, como la Unión Tepito, la Antiunión y otros grupos de delincuentes que operan en diversas alcaldías.
