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Desde San Lázaro. No se cancelará el nuevo aeropuerto. Por Alejo Sánchez Cano Destacado

30 Oct 2017
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Con un avance del 50 por ciento al terminar el 2018, el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México tendrá una inversión  total de 180 mil millones de pesos y con ello   se consolida como la obra de infraestructura más importante del país y de Latinoamérica.

La obra va generando más empleos en la medida que avanza su construcción,  hasta llegar al medio millón de trabajadores en su momento más alto. Y en su máximo desarrollo de operación total moverá a 100 millones de pasajeros

En la actualidad ya se hizo la cimentación de las dos primeras pistas de aterrizaje y despegue de un total de seis, esto representa con otras obras de apoyo como  el drenaje,  un avance del 10 por ciento, gran parte del trabajo desarrollado se dedicó a recubrirlas, primero con tezontle, después con basalto y  en 8 meses  se concluirá su terminado final con pavimento.

EL próximo año estarán terminadas estas pistas, además de la seis, que será para la aviación militar, con ello  se  tendrá un avance del 65 %.

Asimismo, en febrero de este año inició la construcción del edificio terminal, con  743 mil 911 metros cuadrados, sobre una losa de cimentación de 315 195 m2 y descansará sobre un total de 6 mil 741 pilotes.

Las licitaciones y contratos asignados a diversos proveedores  al momento, tienen un monto de 115 mil millones de pesos, equivalente al 65%  del valor total y en lo que resta de este año, se comprometerán 45 mil millones de pesos más.

Se prevé que la nueva terminal esté en operaciones en octubre del 2020.

  Como se aprecia el avance de esta magna obra está en un momento irreversible, es decir su eventual cancelación,  como la anuncia Andrés Manuel López Obrador, no solo acarreará múltiples demandas contra el gobierno federal, sino que también  terminará de asfixiar la operación del actual aeropuerto ya que las alternativas de solución que ha esbozado  no representan una compensación real a lo que se va dejar sin efecto.

Este tipo de banderas políticas, lejos de granjearle simpatías al Peje lo colocan en el paredón de ajusticiamiento y lo alejan más de sus aspiraciones políticas.

Sabemos que una cosa son las promesas de campaña y otra, cuando  ya se ejerce la autoridad, sin embargo las posturas demagógicas no ayudan a generar confianza en los inversionistas y en los mercados financieros y en este sentido se vuelve a disparar otro balazo en el pie AMLO y con ello alejarse de su gran anhelo.

A estas alturas del partido ya no se puede cancelar el nuevo aeropuerto, son múltiples los aspectos legales, operativos y  presupuestales que trae consigo dicha decisión, empezaría el nuevo gobierno con una roca en el zapato al tener que resarcir los daños y al hacerlo repercutiría en contratación de deuda pública, alza de impuestos y cancelación de múltiples programas sociales, además, claro está de la terminación de la línea de crédito que tiene nuestro país con el FMI por más de 86 mil millones de dólares.

Esta son algunas de las repercusiones que tendría la decisión, además está el impacto brutal en la generación de empleos directos e indirectos y la fractura en las cadenas de valor que obligaría al cierre de cientos de pequeñas empresas mexicanas.

También hay que consideran la exacerbación de la mayoría de los mexicanos al cerrar el mayor puerto aéreo  de conectividad  que tendría el país, si de por sí, la saturación de la terminal es peligrosa e insostenible en el corto plazo, no se necesita tener la cábala para imaginar qué pasaría si sigue operando el aeropuerto de la Ciudad De México.

Ante estas premisas básicas existen otras más estructurales que hacen imposible que el próximo presidente se aviente un tiro de estas dimensiones, por lo que nos atrevemos a decir que la nueva terminal aérea tiene viabilidad y se concluirá conforme a los plazos anunciados y tocará al presidente de la República en funciones, inaugurarla ante la atención del mundo.

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